
CARTELERA
TETIEM (Teatro Taller de Investigación y Experimentación Mexicano), dirigido artísticamente por José Carlos Alonso y Consuelo Meneses, ha anunciado una iniciativa para conmemorar y celebrar la Comedia del Arte, un género teatral italiano que marcó la historia del teatro entre los siglos XVI y XVIII. En colaboración con la compañía Barbajanes Estudio y la Jornada Internacional de Commedia dell’Arte, TETIEM ofrecerá una serie de pequeños cannovaccios, término italiano que refiere a los guiones estructurados sobre los cuales los actores improvisaban en la Comedia del Arte.
Estos eventos estarán dirigidos por Fernando Medel, actor y director con una destacada trayectoria en este género, quien se ha especializado en su estudio con el reconocido maestro italiano Antonio Fava. Esta iniciativa no solo busca rendir homenaje a un estilo teatral histórico, sino también resaltar la riqueza de la tradición teatral en Puebla.


La Comedia del Arte: Un Teatro de Improvisación y Humor
La Comedia del Arte se desarrolló en Italia, específicamente en Venecia y Florencia, a mediados del siglo XVI. No se atribuye su fundación a una sola persona, sino que surgió como una evolución de las compañías de teatro itinerantes que interpretaban comedias improvisadas.
Fue un tipo de teatro popular basado en la improvisación, con personajes arquetípicos y situaciones cómicas que hacían crítica social y política. Tuvo su mayor auge en el siglo XVII, especialmente en Francia, donde se convirtió en un elemento central del teatro popular. La Comedia del Arte influyó en la obra de Molière y otros dramaturgos franceses. Algunas de sus características principales incluyen:
Improvisación: Aunque existía un esquema básico de la trama, los diálogos y acciones eran improvisados.
Uso de máscaras: Cada personaje tenía una máscara que representaba su rol social y personalidad.
Comedia física y acrobacias: Incorporaba movimientos exagerados, gestos teatrales y elementos acrobáticos.
El Retablo de las maravillas de Puebla es una obra de teatro producida por TETIEM donde toman como estética la Comedia del Arte.
Personajes Icónicos y sus Máscaras
La Comedia del Arte servía como entretenimiento popular, pero también como crítica social y política. A través de la sátira y la ironía, abordaba temas como la corrupción, la hipocresía y las clases sociales. Uno de los sellos distintivos de la Comedia del Arte son sus personajes fijos, cada uno con una personalidad bien definida y una máscara representativa:
Arlequín: El astuto y ágil sirviente.
Pantalón: El viejo avaro y tacaño.
Colombina: La criada ingeniosa y coqueta.
Scaramuccia: Un personaje fanfarrón y valiente.
Il Capitano: Un militar cobarde y presumido.
Las máscaras utilizadas en la Comedia del Arte eran elaboradas con materiales como madera, cartón, cuero, cerámica y papel maché, cada una diseñada para resaltar los rasgos exagerados de los personajes.

25 de febrero día de la Comedia del Arte
Aunque no existe un Día Mundial de la Comedia del Arte reconocido por la UNESCO, el 25 de febrero ha sido adoptado por el SAT (Servicio de Actividades Teatrales) como el Día Mundial de la Commedia dell’Arte. Esta fecha conmemora la firma del primer contrato de una compañía de teatro profesional en Padua, Italia, en 1545.
La celebración organizada por TETIEM representa una gran oportunidad para los artistas escénicos y el público interesado en conocer y aprender sobre la Comedia del Arte. Aquellos que deseen sumergirse en este género teatral pueden contactar al TETIEM a través de sus redes sociales para obtener información sobre los talleres y presentaciones. ¡Una oportunidad de descubrir y celebrar una de las formas más divertidas e influyentes del teatro!.
Dedicatoria de Alfonso Cipolla
La comedia del arte sigue siendo para mí un misterio. O mejor dicho, sigue siendo un misterio lo que debía ser el arte de los cómicos.
Se han escrito bibliotecas enteras sobre la comedia improvisada: colecciones de guiones, lemas, tratados, repertorios iconográficos, conjeturas, reconstrucciones, análisis… Y fuera de las páginas de los libros, sobre el escenario, los proponentes de esa sabiduría antigua destilaban técnicas y codificaciones. Pero -porque el pero sigue ahí-, si quiero escuchar su corazón, imaginar cómo actuaban realmente aquellos actores sigue siendo para mí una nebulosa que sólo los recuerdos más antiguos intentan despejar. La suerte y un registro civil desgraciadamente inclemente me han hecho conocer, en tiempos ya pasados, a actores excepcionales, los últimos supervivientes de una raza nacida en los escenarios y no en las academias. Pienso en los actores de las farsas napolitanas, en los “callejeros” de la plaza, en los cómicos y los fantasiosos del Variety, en los titiriteros de campo nacidos en el arte que se sabían de memoria decenas de comedias sin haber leído ni una sola. Actuando sin actuar, fingiendo sin fingir y sin embargo siendo y no siendo al mismo tiempo, siendo uno mismo mientras interpretaban personajes. Actores extraordinarios, de hecho, que sabían hacer comer al público de sus manos, dominándolo.
¿Eran quizás un poco de todo esto aquellos cómicos? Probablemente, pero no es seguro. Ciertamente eran actores profesionales, o más bien inventores de su propia profesión, que era tratada como una “profesión”, como cualquier otro artesano. Cada vez que, en años pasados, hablaba con algún anciano hijo de artista, la afirmación recurrente era siempre más o menos la misma: “Se hacía sólo para vivir”. El arte, tal como lo entendemos deformándolo, era algo completamente diferente para ellos, de hecho ni siquiera se lo contemplaba. Fueron las necesidades de la profesión las que dieron forma a la profesión, las que identificaron estrategias para poder “vivir” haciendo ese trabajo, construyendo estilos, dramaturgias,
virtuosismos funcionales a la practicidad del hacer. El resultado -una destilación de experiencias- es el desarrollo de un lenguaje escénico universal en su inmediatez, tal que puede romper todas las barreras: sociales, culturales, lingüísticas. Esta es la verdadera fuerza de la commedia dell’arte que nos ofrece principios esenciales que van más allá de la codificación de modelos, que se proyectan en nuestro mundo contemporáneo, recordándonos (y este es su verdadero legado) que el teatro es comunidad e inclusión:
demasiadas palabras hoy, a veces abusadas, pero es orgullo y debida necesidad salvaguardarlas, sin exhibirlas.