
CARTELERA
El teatro es una de las expresiones artísticas más antiguas de la humanidad y, a pesar de ello, se encuentra en una constante lucha por su permanencia y relevancia. En un mundo donde las opciones de entretenimiento crecen exponencialmente, el gremio teatral debe cuestionarse si su lucha está en la competencia interna o en la falta de colaboración.
Hoy más que nunca, la clave para atraer y fidelizar nuevos públicos no radica en la rivalidad entre compañías o artistas, sino en la unidad del sector para ofrecer una oferta teatral diversa, accesible y sostenible.
Históricamente, el gremio teatral ha trabajado por la colaboración y la hermandad, donde los creadores comparten su amor por las artes escénicas y por la necesidad de contar historias. Sin embargo, con el paso del tiempo, la competencia por los espacios, los recursos y el público ha fragmentado a los artistas y creadores, generando una lucha interna que debilita al gremio y desvía la atención de los verdaderos desafíos: la falta de apoyo institucional, la disminución de audiencias y la creciente competencia de industrias como el cine, los conciertos y los eventos masivos.

Las cifras demuestran que el teatro ha perdido terreno frente a otras opciones de entretenimiento. Las plataformas de streaming han cambiado los hábitos de consumo, ofreciendo contenido inagotable desde la comodidad del hogar. Los conciertos y espectáculos masivos atraen a miles de personas con producciones millonarias, mientras que los eventos deportivos y festivales han generado una cultura de entretenimiento que, en muchos casos, deja fuera al teatro. Ante este panorama, el gremio teatral debe dejar de verse como un conjunto de pequeños grupos en competencia y comenzar a operar como un solo organismo con objetivos comunes: atraer, educar y fidelizar al público.
Muchos son los esfuerzos por generar una cartelera teatral compartida, estrategia que podría fortalecer al gremio. Plataformas en línea, redes sociales y espacios físicos donde se difunda la oferta teatral permitirían que el público tenga acceso a una variedad de opciones sin la necesidad de depender del azar o la publicidad fragmentada de cada compañía. Ciudades como Buenos Aires y Madrid han implementado estrategias similares, logrando que la cartelera teatral sea una opción cotidiana y accesible para el espectador.
¿Qué ganaría el teatro si, en lugar de dividirse, uniera fuerzas? ¿Cómo podría la colaboración entre compañías generar una industria teatral más fuerte y sostenible? ¿Estamos dispuestos a dejar de vernos como competencia y empezar a trabajar juntos para generar nuevos públicos? La reflexión está sobre la mesa. Ahora, depende del gremio teatral dar el siguiente paso.