CARTELERA
Los negros pájaros del adiós
A inicios de mes, el sábado 7 de noviembre, terminó la temporada de “Los negros pájaros del adiós” en el Foro teatral Fernando Soler Palavicini. La obra fue escrita por Oscar Liera y puesta en escena por la compañía Teatro Inspiración, bajo la dirección de Abdiel Degollado.
La obra cuenta la historia de amor entre Isabelle, una profesora francesa de entre 35 y 40 años y Gilberto, un joven estudiante de universidad, de 21. Casi todos los diarios se ocuparon del caso: ambos fueron encontrados muertos. Laura, la mesera del café que atestiguó el romance y Angélica, la mejor amiga de Gilberto y la única que parecía entenderlo, explican al público lo que pasó con base en lo que saben, la pregunta es ¿Qué sucedió?
Oscar Liera fue un dramaturgo sinaloense cuya obra estuvo marcada por el humor y la crítica social, en ella puso de manifiesto el profundo amor que le tenía a su tierra y a su gente. En la estructura dramatúrgica de “Los negros pájaros del adiós” hizo uso de varias imágenes poéticas así como saltos de tiempo en la historia, rompimientos de la llamada “cuarta pared” y tránsito de escenarios. Aunque fue escrita en 1987, la crítica que hace el autor a la sociedad es pertinente en la actualidad.
En esta puesta en escena, sin embargo, se nota un distanciamiento entre el texto, director y actores, pues no hay un porqué y para qué montar dicho texto en este momento y lugar. No hay profundidad en la puesta en escena: las actuaciones en su mayoría son irregulares, con un nivel de energía bajo en ocasiones, notándose timidez en la escena -aunque destaca Raquel Díaz en el papel de Isabelle, por manejar un mayor registro de matices en el personaje-; los pájaros y la escena de la muerte caen en lo literal y son resueltos con imágenes corporales que lejos de apoyar a la dramaturgia, dispersan la atención del espectador y de los mismos actores.
El escenario se ensucia a medida que avanza la función y los detalles en el cuidado de la escenografía y utilería se hacen evidentes. El uso de un soundtrack de sobremanera conocido termina por restar en lugar de sumar a esta puesta en escena, no obstante la iluminación es impecable y brinda cierta atmósfera de soledad y melancolía a los personajes. En algún diálogo de la obra se hace mención de los barcos que observa a lo lejos Gilberto. Esta compañía al parecer no tiene mucho de haber sido creada, confío en que sólo les hace falta seguir navegando en el mar.
Por Karla Ibarra